Agarro mis apuntes de francés y me voy hacía la casa de mi única amiga Jessica. En cuanto llego a su puerta veo que una anciana me sigue con una carta en la mano, se acerca a mi, me la da, me sonríe y se larga.
Abro la carta con cuidado y empiezo a leerla:
"No dejes de ser feliz por nadie, porque da igual que nos quedemos siempre solos, pero lo importante es tenernos a nosotros mismos, soportar las cosas y adaptarnos a nuestra propia realidad.
Ahora quiero que cuando levantes la cabeza pienses que vales la pena, que sonrías y que le des un abrazo a todos los que te aceptan tal y como eres.
Saludos, la vieja de la carta te quiere."
Nunca me habían escrito algo así e intentado animar tanto, quien iba decir que una desconocida me salvaría de mi depresión.
En cuanto Jessica abre la puerta la abrazo y le doy las gracias por aceptarme y no obligarme a ser diferente:
-Gracias por estar ahí ¿Sabes? Soy afortunada tengo padres que me quieren u una amiga increíble.
-Te lo mereces-sonrió.
En ese momento por fin comprendo que he sido sacada del pozo al que me caí y que algún día aprenderé a volver a quererme. Ya no quiero a ese chico porque como dicen en el libro <<Las ventajas de ser un marginado "Las personas aman a los que creen merecer">> y en este momento se que yo me merezco mucho más.